El riesgo de insuficiencia venosa crónica (IVC) puede presentarse tanto en personas que practican deporte como en las que no practican.
El entorno al deporte puede presentar condiciones clínicas de riesgo debido a la exposición de factores como las intervenciones quirúrgicas, los traumatismos, las inmovilizaciones o la deshidratación.
Los deportistas no están libres de riesgo de una insuficiencia venosa crónica. Los coágulos sanguíneos en las piernas (trombosis venosa profunda) pueden dañar las válvulas a las venas. Por eso, es importante realizar un diagnóstico temprano para evitar ocasionar una enfermedad más grave o incluso un desenlace fatal.
La insuficiencia venosa crónica se desarrolla por la presión arterial más alta de lo habitual en las venas de las piernas. Por lo tanto, estos factores de riesgo pueden precipitar al deportista hacia una enfermedad venosa crónica.
Según la Guía de práctica clínica para la prevención, diagnóstico y tratamiento de la enfermedad tromboembólica venosa en el deporte, ‘hasta un 34% de las roturas de tendón de Aquiles cursan con una trombosis venosa profunda (TVP)’.
Además, esta guía realiza un análisis de los principales factores de riesgo en el deporte proponiendo un protocolo de prevención, diagnóstico y tratamiento de la enfermedad venosa crónica en deportistas.
Los factores de riesgo de la enfermedad venosa crónica en el deporte
La historia personal o familiar positiva el riesgo de sufrir una IVC. Así pues, las causas genéticas es uno de los principales factores de riesgo, tanto para deportistas cómo para la población en general.
Otros factores de riesgo que pueden precipitar al deportista a una IVC son:
• las intervenciones quirúrgicas
• las lesiones en miembros inferiores
• la deshidratación
• el uso de anticonceptivos orales, en el caso de las mujeres
• traumatismos importantes
• las inmovilizaciones
• fracturas óseas
En conclusión, la principal recomendación para prevenir el riesgo de IVC en deportistas es realizar una adecuada hidratación del cuerpo, andar al menos 5 minutos cada hora durante los viajes largos y, por supuesto, realizar las pruebas pertinentes de las extremidades inferiores ante la sospecha clínica de una IVC.