¿Sabías que la nutrición puede tener un impacto directo en la salud de tus venas? La mala alimentación es uno de los factores que contribuyen a la Insuficiencia Venosa Crónica y que, además, puede llegar a empeorar los síntomas de esta enfermedad.

La Insuficiencia Venosa Crónica, conocida por sus siglas como IVC, es una afección que impide el retorno venoso desde las extremidades inferiores del cuerpo hacia el corazón, independientemente de la postura o la actividad, aunque es más frecuente en aquellas personas que permanecen mucho tiempo de pie o sentadas y sin movimiento.

Según el grado de evolución de las varices, el tratamiento más habitual es el farmacológico, el uso de medias de compresión o la escleroterapia con espuma, acompañados de hábitos de vida saludables mediante dieta y ejercicio moderado.

 

¿Por qué es fundamental la nutrición y el ejercicio?

 

Si estás tratando de afrontar IVC, recuerda que la nutrición juega un papel muy importante en la mejora de la salud de tus venas.

Así pues, para controlar esta enfermedad es recomendable el consumo de verduras, frutas e hidratos de carbono en forma de alimentos integrales. Además, también es importante limitar el consumo de sal, ya que el sodio promueve el edema y la hinchazón de las piernas al favorecer la retención de líquidos.

Deben evitarse las grasas saturadas, ya que elevan los niveles de triglicéridos y colesterol en la sangre, dificultan la circulación sanguínea y puede conllevar a complicaciones mayores.

Caminar diariamente, con un calzado apropiado, también mejora significativamente la sintomatología de la IVC. El movimiento impulsa la sangre desde los miembros inferiores hasta al corazón, favoreciendo así el retorno venoso. Lo mismo sucede al practicar natación, bicicleta o al realizar ejercicios de bajo impacto.

 

¿Cómo se diagnostica de la Insuficiencia Venosa Crónica (IVC)?

 

Según la Asociación Española de Angiología y Cirugía Vascular (SEACV), ocho de cada diez personas afectadas por Insuficiencia Venosa Crónica (IVC) no reciben la terapia adecuada, ya que la gravedad de sus consecuencias se subestima frecuentemente. Por este motivo es importante consultar a un médico especializado en flebología ante la aparición de signos como dolor, hormigueo, pesadez o cansancio en las piernas. Una vez haya analizado el caso y realizado el diagnóstico, nos indicará cuál es el conjunto de tratamientos a realizar para el control, seguimiento y mejora del proceso de la enfermedad.